¡Ta-Te-Ti! ¿Suerte para quien?

Amor: Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.




Y uno empieza a caminar tranquilo y despreocupado.

Comienzan las atracciones sexuales. El hombre siempre fue especialista en conseguir lo que quería y marcharse.

En esa etapa hay 2 únicas maneras de conseguir calmar las aguas:

1) Pagar por los servicios


2) Conseguirse alguien de “confianza”, como una tonta novia de secundaria.

Entonces entramos en la búsqueda de alguna chica simpaticona, que más o menos comparta la misma cultura y educación general (porque con ellas nos llevamos bien), y confirmar nuestro “amor” hacia ella.

Satisfacción sexual garantizada, estable. Comienzan las peleítas absurdas y sin sentido. Termina la relación.

Ahora somos más grandes, ya pasamos por varias chicas, algunas buscaban satisfacerse sexualmente como nosotros, pero aun no se dieron por aludidas, que en una noche de “one night stand”, los únicos que terminan la velada felizmente, son los hombres. “Ah… y vos no terminaste? Que me importa! Si ni te conozco! No hay amor entre nosotros, no me preocupo, chau! Me voy!”. Te suena?

Seguimos. Y quizás cuando vamos creciendo un poco más, el sexo ya no es lo más urgente ni lo más importante. Ya buscamos alguien con quien compartir nuestras amistades, nuestra familia, nuestros programas, etc. Entonces buscamos a esa persona que nos haga reír, nos llene de mimos o que simplemente nos comprenda.

El físico ya no es lo más importante (salvo para aquellos retrógrados que sueñan con bailarinas y actrices porno hechas por Tousseau ).

Entonces, cuando reina un poco más el amor en la relación, la ruptura, es más dolorosa. Y como buen científico, a base de prueba y error, intentamos no caer en la misma situación que nos causó tanto dolor. Pero se vuelve más difícil la elección.

Ya no es como antes, que caminábamos tranquilos y despreocupados….