29 nov 2010

Mariana. Una historia puntual. Parte IV (Archivo)

Tomar una decisión tan extrema como marcharse del país de uno, implica mucho más que “ganas” y “curiosidad por la aventura”. Mirar que se pierde, que se gana y como podría beneficiarnos para un futuro. Las personas que conozco que se mudaron, fue en pareja, decididos a permanecer en el exterior, ya sea por la falta de seguridad, nuevas oportunidades, y mejor calidad de vida. Teniendo en cuenta todas las contras, por supuesto. En algún lado leí, que la vida no trata de “encontrarse” a uno mismo, sino de “crearse”.

Las contras pueden ser desde, perder contacto con amistades que tanto se tardo en sembrar, amores, familiares, costumbres, buen pasar, y ser alguien. Porque por mas que no lo veamos, cada uno es alguien en su propio país. Ya sea en tu ambiente, tu grupo social, etc. Es mentira cuando dicen que en “el extranjero sos uno más”. En el extranjero sos nadie. Porque estás ingresando a una sociedad ya conformada, ya tienen sus círculos sociales establecidos, sembrados con años, y vos, sos una gota de agua dulce que cae en el mar.
Lo primero que haría cualquiera es buscar refugio con otras personas que estén en la misma situación. Ya de entrada hay un fracaso claramente marcado, que es no poder pertenecer al grupo que vive en ese país desde hace años. Hay que buscar un grupo que viva la misma que uno. Pero como suele pasar, tampoco es suficiente simplemente pertenecer, también se busca obtener. A falta de afecto de amistades, familiares, se busca una cobija humana, que nos proporcione amor y cariño. Y caemos en los brazos de algún desconocido, que como dije antes, nunca hubiera sido elección posible estando en tu país natal.

No hay comentarios: