29 nov 2010

Mariana. Una historia puntual. Parte III (Archivo)

La parte más difícil es entablar una relación, conversación con alguien que no acepta “quien” y “como es”. Mariana tenía un modo muy peculiar de apoderarse del otro. Siempre pensando que nadie podría darse cuenta de lo que sucedía, su método es difícil de ver, pero no es imposible. Ella apela al factor emocional, se convierte en víctima, hace que confiesa su dolor, para luego revelar su superioridad.
Confundidas, las víctimas aceptan la verdad disfrazada, y escuchan siempre atentamente. Un ejemplo claro de esto es el siguiente (ocurrió con uno de sus ex novios): una conversación profunda y densa en la que ella se posaba como víctima porque siempre se “la pegaba contra la pared” y que iba a seguir haciéndolo mil veces más, porque “tardaba en darse cuenta de las cosas”.
En esta primera parte, es la víctima, capta toda la atención del oyente. Luego expone que le da bronca tener que golpearse tanto por algo, que otros con un solo golpe les basta, y termina revelando que, “como siempre tiene la iniciativa”, y “explora cosas que nadie se anima”, “porque tiene una gran determinación” y “sabe lo que quiere”, se golpea más veces que otro.

Víctima, confesión, superioridad. Es una muy buena combinación que si se usa de vez en cuando para ganar alguna discusión, es admisible. Es doloroso ver este tipo de actitud hacia personas a las que supuestamente ella quiere. Pero es patético cuando “esa” persona descubre el modus operandi del victimario. Con la oportunidad perfecta para alejarse de aquello que la afectaba, decide mudarse a París. Alega que sus estudios serian más reconocidos en ese país, en el cual ella posee ciudadanía. Pero, debe iniciar prácticamente desde cero, para terminar la carrera que acá ya estaba a mitad de camino. Aunque las cosas no fueran bien, ella de ninguna manera pensaba retornar sin dar una buena pelea.
Sin embargo desoyó todos los consejos que se le dieron por parte de los padres (que tienen un poco más de experiencia de vida que ella), y se marchó. Por supuesto a cuesta de ellos. Mariana creía que con saber a la perfección el idioma, encajaría perfectamente en el país del amor. Para su sorpresa, eso nunca fué así. Aunque “hombre x” sepa excelente chino mandarín, nunca encajará en la sociedad de China, ni siquiera en el centro (donde hay mezcla de idiomas).

Por lo tanto, como cualquier extranjero hace en país ajeno, se junta con otros extranjeros con culturas e idioma parecido. Pero hay que saber que aquellos, son los que nunca elegiríamos como nuestros amigos, sí viviésemos en nuestro país local.

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