1 dic 2010

Mariana. Una historia puntual. Parte VI (Archivo)

Harta de ser aquel príncipe azul, que a todos rescataba o pensaba que rescataba, quería ser ella la princesa liberada. Como aquellos cuentos de hadas y dragones, en los cuales la mujer siempre es liberada de un vil captor, por un hombre, que está dispuesto a arriesgarlo todo por amor.
Si no había sucedido nada semejante en su corto lapso de vida, ¿quería decir esto que ella no lo valía? Aterrada por la respuesta, imponía a toda costa situaciones en las cuales ponía a prueba a sus fieles enamorados, sin tener en cuenta cuanto mal podría estar causándoles.

Los hechos le demostraron que quizás no lo vale. Negada a aceptar esta suerte, busca potenciales parejas, para redimir su juego. Recibiendo amor parcial y compañía efímera, las cosas no terminan resultando como ella espera. Por un motivo u otro, estas desvanecen como neblina al sol.
Quizás lo suyo no es el sexo opuesto, quizás debe buscar en el mismo. Aunque la experiencia y su grado de confusión la llevaron a desechar aquel camino.

Pero la historia nos demuestra que nada es certero, por más que lo aparente. Un giro inesperado, un factor no calculado, abre un camino que parecía inaplazable. Una parte de este giro tiene mucho que ver con las virtudes de uno. Aunque los defectos sean de gran porte, hay cosas que son ineludibles, y se actúa en consecuencia. Aunque uno esté dispuesto a cortar comunicación con una persona, en el futuro, algún encuentro se va a producir.

Siempre hay “un amigo de un amigo”, “un evento social particular”, “la muerte de alguien”, etc. Son todos factores que nos son imposibles de manejar, y tarde o temprano, alguien tiene que dar el brazo a torcer. Esta en uno, si acepta los términos y condiciones de seguir entablando una comunicación decente.
A veces pensamos que el mejor camino para seguir es el de la lucha constante y pelea sin tregua. Estamos equivocados. Pero eso no quiere decir que sea lo que necesitamos para poder seguir adelante. Necesitamos estar peleados con alguien con el afán de mantener un equilibrio entre el bien y el mal dentro de cada uno. No se puede estar bien con todos, y tampoco es recomendable estar mal con los que nos rodean.

Encontrar un equilibrio es la clave. Eso es lo más difícil de conseguir, por eso hay que practicarlo y ejercer cierta voluntad, así como con todas las cosas y aspectos de la vida. Pero para evitar estas situaciones engorrosas, siempre me hago la misma pregunta: ¿Qué es más difícil? ¿Pedir perdón, o ser perdonado? Tal vez la respuesta más coherente, es aquella que rompe el silencio y se disculpa. Pero el genio de cada uno, impide que actuemos correctamente, ya sea: por no querer abrirnos y salir nuevamente lastimados, por ser orgullosos ó mostrar señales de debilidad. Y para complicar crecidamente las cosas, los puntos de vista maduran, haciendo las realidades y verdades de cada parte, indiscutibles.

Ambas partes actúan hipócritamente, ya que muestran un odio hacia la otra persona, pero en ciertos momentos piensan en algún otro camino utópico, uno que no incluya peleas e indiferencias constantes.

2 comentarios:

marian dijo...

Este blog y vos me dan muchísima vergüenza ajena, necesitás una vida y un curso de redacción.

¿No tenés un mínimo de amor propio como para aunque sea fingir que la superaste?

Echale Chimi dijo...

¿Los personajes de ficción causan vergüenza ajena?
Sí, es verdad, necesito una vida y curso de redacción, me dijeron que en el 11 hay 2x1.
La verdad no incomoda.